jueves, 31 de diciembre de 2009

 

SANTA CRUZ DE TENERIFE, POBRE SANTA CRUZ DE TENERIFE CON TANTO MERCACHIFLE



El pueblo de Santa Cruz los ha trincado, les ha descubierto con los pantalanes gachos. Ciudadanos de Santa Cruz, ayudados por gente valiente, se revela contra los insaciables de siempre y contempla, ya sin asombro por lo acostumbrado, lo que mana de sus negocietes: la verdosa, gelatinosa y apestosa purulencia de su pus; las excrecencias de sus trapisondas; los zerolines de proceso en proceso, que me juego un huevo –perdón por lo vasto, pero el símil lo requiere- que se presentará a las elecciones al Parlamento, agarrado como garrapata, con su último aliento, a sus privilegios judiciales; los bonitos, hermosos de obra en obra, si es con dinero público mejó que ma mejó, y con información privilegiada ma mejó entodavía; los trotamundos trenores, corre que te pillo de paraíso fiscal en paraíso fiscal y si no sigan el hilo; los plasencia con sus chaslenes y palacetes, mientras los desgraciados de Chovito a la puta calle. Les importa un pedo sus gritos; los adanes que sin puestito político, se dora su futurito calladito, mudo como una puta, pidiendo perdón a las prostitutas por la comparancia; los tiburones del cemento, asesinos del medio ambiente; los áticos, atiquitos que se han forrado de oro con sus chiquitos; sus gatitos y gatitas se han transformado en fieras corrupias y carroñeros peligrosos para con nuestras puteadas islas; los gonzález, patrón de patrones. Qué dolor me embarga al pensar que a los pobres africanos les toca sufrirlos con sus negocietes de dinero sacado a golpetazos al pueblo llano canario; los adalides del perverso cemento y el ladrillo que transforman en oro, oro para ellos y solito para ellos; que son los elegidos por el dedo del cargo político incrustados por ellos mismos en campañas engañosas con “sus” dineros; los del pelotazo, pelotazo bis, y tiro porque me toca, en un abrir y cerrar de ojos y no olvidemos a los pesoistas que recogen las migajas que caen de sus mesas de favores; que se burlan del pueblo con mentiras y medias verdades, entre copas emponzoñadas en restoranes de lujo. El Ayuntamiento de Santa Cruz ha sido cuna de pesoistas de gaznate abierto a prebendas. Tengan vergüenza y mándensen a mudal.
Su desvergüenza llega a comprar científicos que han virado la espalda a la sapiencia y han sido abducidos, virados en charlatanes de quincalla de tres al cuarto, pasando de taberna de chochos, vino ácido y serrín, a empotrar sus posaderas en restoranes de postín.
Los cebadales ¡no, que no, “jolines”, como dicen los de pafuera, que no, no, no y no, leches! que raspa las piernecitas de las niñatas; las incultas e indocumentadas de ojos pintarrajeados de la derechona; que cuando van a la playa no desean restregarse sus piernitas depiladas con esas malditas algas que le han quitado de su ensalivada boca el Puerto de Granadilla; les han descubierto e impedido que multipliquen por cienes y cienes de miles cada uno de sus euros. Qué buenas son y qué generosas con nuestro pueblo. ¡Carajo! ¿te parece poco que en sus negocios familiares nos regalen dos puestitos de jardineros en sus campos de golf? Campos de golf que roban el agua a nuestra denigrada agricultura. Qué generosonas son esas señoritingas que mienten cuando dicen querer a nuestras islas Canarias. Las quieren solito para ellas, para que tengan jardineros, obreros a cuatro euros, sirvientes que limpian sus mierdas. Ellos son los elegidos, los tocados por el dedo del dios divino en sus iglesias, mortificado por un clero predominante de espaldas al bienestar general, incluso a las ideas de igualdad de un tal Jesús de Nazaret al que dicen, de boquilla, adorar y dejan caer con estruendo, unos eurillos en el cepillo, que se mamará el “monaguillo”.
Les quitan a los ciudadanos de Santa Cruz para multiplicar su repleto e insaciable buque. Que el milloncito de euros les pare multitud de milloncetes y entre menos a repartir, “mejó que mejó”; los insaciables, los ávidos del negocio negociete; los del pelotazo de las Teresitas, que han hurtado una playa al damnificado pueblo de Santa Cruz de Tenerife; los que se dejan ganar en Tebeto y en otras montañas de Fuerteventura y Lanzarote; los del Parque Marítimo, vergüenza de César Manrique y sus inconfesables amistades peligrosas; los que siempre salen con el buche repleto y babeante.
Que conste que los pongo con minúscula porque entiendo que la categoría de su honradez no merece mayúscula, ni de coña, mis cuates.
La legión de lameculillos y sicarios ya pregonan en sus medios de comunicación las bellezas del Plan de Ordenación de Santa Cruz de Tenerife; tengan vergüenza y no se vendan otra vez; tengan una pizca de dignidad, mis cuates, que su culo ya está al aire como el tiempo dejará clarito –sus artículos quedarán impresos-: los expondrá, como un cuadro surrealista, con sus pelos, pendejos, granos, granitos, forúnculos y pústulas violáceas; me traen a la memoria las buenas “plumas” que fueron compradas por un puestito, por supuesto bien remunerado, mientras degustaban un vinito godo godete; la plumilla de los puritanos españoleros, “zurdos” de toda una vida, matadores de nacionalistas, inventadores de patrañas, periodistas a sueldo, vergüenza de aquella profesión; los “encantos billetiles” que han quedado abducidos –porque se dejan, que conste-, les hacen vender su alma libre al diablo de la grosera e incivil especulación. ¡Viva su culo y sólo su culo! –perdón por tanto culo-. Cuando los señalan como ejemplo de escoria, encorajinados, gritan: ¡la verdad me importa un “peo”, tenga yo el bolsillo repleto que el pueblo me suda los huevos; su bienestar, el del sudado y humilde Santacrucero me las trae al pairo, me afecta un bledo, dicho en godo ramplón; tenga en cuenta, dicen gozosos: que con unos eurillos perversos, estoy satisfecho, que con mi indigna dignidad no estoy para repartir besos! Pobres desgraciados santacruceros, que ya tienen bastante con el carnaval, ya sea de Oñate, de Plano o de cualquier otro sinvergüenzón, dicho todo esto con el cariño de la Ni fu ni fa. Me apunto la paternidad de la frase.
Para terminar les traigo la canción ya publicada en http://www.tamaraguas.blogspot.com <>:
¡Construir, construir malditos! ¡Ladinos, bobos y beatas de diaria comunión, que papá Dios ha llegado con sus ideas de salvación!
País de adoquines, piches, cemento, revuelto con picón, rofe y arena de playa. ¡Viva la construcción!
País de apartamentos, adosados, mamotretos, carreteras y “retondas” campos de golf, viva el gangocheo facilón. ¡Cojón, cojón y más cojón¡
País de Espabilados ¡Desalmados del trinque! ¡Sanguijuelas del medio ambiente! ¡Viva el vacilón¡¡Cojón, cojón y más cojón¡

La mordida como método ¡La campaña electoral bienpagá! ¡El politiqueo de influencias! ¡Viva el vacilón!¡Cojón, cojón y más cojón¡

¡Desvergonzados! Pendencieros del ladrillo ¡¡Viva el enriquecimiento Express! ¡Viva el billete al bolsillo ¡ ¡Viva su bienaventurada cara dura¡¡Vivan sus indecentes discursos para analfabetos y apesebrados! ¡Qué bonito!, ¡que carita para un gofetón!, cuando pregonan:
-Si descuartizamos nuestras riquezas naturales, lo concebimos porque somos buenos, hermanitas de la caridad, nos afanamos sin descanso para enriquecer a nuestro, que carajo digo, “su” pueblo, ¡Viva el pelotazo de la construcción!¡Cojón, cojón y más cojón¡

Santa Cruz de Tenerife y sus costas proyectadas con cerebro de hormigón, Mogán, Arona, Adeje, Arrecife, Teguise, El Rosario, Candelaria, Telde… ¡Viva el negocio, compadre, mi cuate…! Que las malas mañas las aprendí en la Venezuela de la mordida y el negocio ramplón. ¡Teresitas!, ¡Teresitas!, que lo que las Teresitas a políticos corruptos procura, ni dios se los debe quitar. Teresitas, las Teresitas de arena rubia del Sáhara. Cantan, los embobados con tanto carnaval, con un estribillo vacilón:
-“Que buen gestos público que de sopetón me convierte en millonario y el alcalde en parrandas y rosarios. Con dinero del pueblo desgraciado tengo el negocio asegurado”. Que continúe la canción.
Aquellos de la construcción son nuestros padres, frutos del putiferio económicos, padres de “su” patria canaria, del enriquecimiento mamón, del robo al pueblo damnificado, dormido por el cantar adulón.
¡Fuera del campo nacionalista los corruptos y mamones¡; que Canarias, nuestras queridas Islas Canarias, nuestro archipiélago necesita gentes honradas, hombres y mujeres que las defiendan de corazón y no de perversos políticos de rostro ramplón que sólo defienden su bolsillo e insultan a los independentistas con su egoísmo gorrón.

Miguel Ángel Díaz Palarea, 31 de diciembre de 2009




sábado, 12 de diciembre de 2009

 

HOMENAJE A LOS HOMBRES Y MUJERES QUE, DURANTE LA HUELGA GENERAL DE 1977, LUCHARON, HACE 32 AÑOS, POR UNA NACIÓN CANARIA MEJOR.





MUERTE DE JAVIER FERNÁNDEZ QUESADA

Que triste
Y qué desamparo
que un día gris y cansado
alguien plante su bandera
de los hechos consumados
y la justicia no pueda
emerger de lo perdido
por cansancio
Qué triste
y que desamparo.
La justicia y la razón
son como perros y gatos.
Que triste
y qué desamparo
cuando un día derrotados
alguien plante su bandera
de los hechos consumados.

Paco Viña


Se estremeció, agitó con un relincho su cuerpo alcanzado por un proyectil. Javier Fernández Quesada ni lo esperaba, ni, cuando dejo las sábanas en aquella neblinosa mañana, se le pasó por la cabeza recibir un experto tiro en el mismo corazón. Un frío intenso penetró en su pecho, sus esencias vitales se esparcían con la brisa fresca de aquel pendenciero mediodía; un chasquido bronco le robaba la conciencia, sus esencias volaban lejos del cuerpo. En su entorno sentía voces cariñosas que se interesaban por su patético estado: susurros primero, murmullo más tarde y gritos desgarrados después que transitaban con la mala nueva por los más recónditos recovecos de la ciudad estudiantil de Aguere. ¿Deben encontrarme perjudicado? –se preguntó Javier- pues todos inquieren: ¿Cómo te encuentras, amigo? ¿Te han tiroteado? Surgen a borbotones las preguntas al ver manar la sangre de su pecho, su tiritar y sus bruscas convulsiones: ¡Joder, te han dado esos cabrones¡ ¡Te han metido un tiro, esos fascistas de mierda¡ Al corroborar que el bello joven de pelo largo agoniza se agolpa en sus frescos pechos la indignación y terminan chillando para que la Ciudad se entere de lo que acontecía en las cuatro paredes de su Universidad ¡Esos cabrones disparan con fuego real y en cacería de estudiantes! No se conforman con sus malditas balas de goma, ni con sus infestos botes de humo. Persiguen sangre joven, que discurra, corra como escarmiento para tanto “niñato peludo y obrero comunista y gandul” –dijo el sargento al dar la orden de ataque-. Emponzoñados del fascismo rojo y gualda arremeten con sus metralletas que castañean al roce de gatillo, con la incendiada munición de sus pistolas que sentimos silbar al rozarnos y chocar descarnando la fachada de piedra de la entrada principal de la universidad. ¡Nos apuntan los muy hijos de puta! No es al cielo a donde dirigen sus armas de fuego.
-Mira allí, ¡sí joder!, ahí a la derecha -señala un estudiante melenudo, con cara de niño y barba rala, indignado- no ves como sus impactos han descarnado la piedra en el costado izquierdo de la fachada. ¡Esos cabrones disparan a matar! ¡Este Mardones Sevilla es un fascista peligroso y asesino!
A Javier, con sólo 22 años, no le sostenían las piernas, se le helaba el pecho y perdiendo el aliento exhausto se desplomó. Cayó tiritando en la fría escalinata con un golpe seco, áspero, alcanzado por un disparo cobarde y ruin aquel lunes 12, víspera de martes y 13 de diciembre de 1977. Se adormecía postrado, tumbado, alcanzado, abatido en el amplio quicio de entrada a la Universidad de San Fernando. Los ateridos peldaños de piedra de aquel entristecido y lluvioso mes de diciembre lagunero recogieron su sangre libre e inocente. Manaba roja desde el orificio de bala con boquete de salida por su espalda. Javier supo desde donde se lo hicieron, de donde llegó aquel enrabietado proyectil. Recuerda a un Guardia Civil, de corta estatura y escuálido con su tricornio negro, apuntar y oyó un rebumbio gritos que no entendió. Poco más cuando retiene el último hálito de vida que quiere escapar. No alcanza a comprender lo sucedido en tan escuetos segundos, permanece confuso, todo se embarulla en su entorno y se le nubla la mirada: imágenes que aparecen y desaparecen, como las fotografías que le hubiera gustado hacer. Mientras desertan sus fuerzas por el orificio que ha cruzado su pecho rompiéndole el esternón. Llevó sus temblorosas manos abiertas queriendo retener la vida que se le escapaba. Le han roto el corazón. Una calma dulzona progresivamente le apresa, le adormece mientras recuerdos borrosos de infancia, de toda su vida anterior circular por su mente. Ya no se acuerda que, por el amor al estudio de la naturaleza en libertad, llegó a Tenerife, a la universidad Lagunera para su carrera universitaria, había terminado el servicio militar obligatorio. Sus estudios finiquitaron en segundo curso. Atrás quedaron tantas ilusiones y el que ya despuntara como toda una promesa en biológicas.
La Huelga General discurría exitosa. Miles de panfletos volaron con el viento de la isla y, otros, se repartieron mano a mano por componentes de la Asamblea de Sectores en Lucha desde la montaña a los acantilados. La vietnamita los vomitaba en el piso secreto en la Cuesta –Barriada Princesa Iballa-, local liberado desde donde se coordinaba la huelga general. Ni siquiera lo olfatearon los perros rabiosos de los policías secretos, conocidos, con ironía, como “sociales”. Durante todo el fin de semana, tapizaron caminos, senderos, veredas; subieron barrancos y recorriendo la isla de punta a punta transitando carreteras y calles. Contrarrestaron el atroz silencio impuesto por los fascistas de la censura oficial. Los folletos explicaban, con todo lujo de detalles, la imperiosa necesidad de la huelga general ante la cerril tozudez de la patronal anclada en el franquismo; reaccionarios de variopinto pelaje que daban su boqueada, mientras sus “barrigas repletas” y “bolsillos llenos” buscaban refugio en nuevos y viejos partidos. Ahora se cambiaban a toda prisa sus camisas azules, con el cangrejo rojo al pecho, adaptando sus ropajes a los nuevos tiempos que se avecinan. Desde la mañanita el Comité que organizaba la huelga general, aunque agobiado por la multitud de trabajos a desempeñar en ínfimas condiciones, se encontraba animado por la acogida popular de aquella medida adoptada cuando todas las puertas se cerraron. Paró en su integridad el muelle, pulmón económico de la entrada y salida de mercancías a la isla; la totalidad de los sectores en huelga: el frío –todos despedidos con un cierre patronal ilegal- y las empresas de él dependientes; el tabaco y las industrias complementarias; todo el transportes y, también secundaron la huelga ramilletes de empresas de todo tipo, desde trabajadores de la banca (Cajas de Ahorro y otros bancos), hasta los trabajadores de litografía Romero, de la Cervecera, sin olvidar otros de importante empresas de la Construcción (Cesea, Nuvasa –con claro perfil antifascista-, Dragados, Cubiertas y Tejados etc.) y de la Siderometalúrgica: Elector y otras. El Comercio, durante la mañana, venía cerrando sus puertas ante las razones categóricas de comités informativos. Los trabajadores concienciados de la isla desoyeron la propaganda oficial apoyada por los representantes de CC.OO. y UGT. Se situaron al otro lado de la trinchera aquellos sindicalistas españoleros; salieron a la calle, como sus voceros oficiales, de mano de la patronal franquista acostumbrada a imponer su “santa” voluntad. A los trabajadores en huelga nos dolía especialmente que nuestros hermanos de clase, confesos y sin escrúpulos, se aliaran al represor Gobernador Civil, al Capitán General más franquista que Franco, y a los caciques isleños y sus huestes de facinerosos que desde la II República venían actuando a su capricho. Coadyuvaban para que fracase la lucha obrero. Sus motivos eran inconfesables cuando hablamos de presuntos sindicatos de trabajadores. Recibieron de la metrópolis órdenes precisas y terminantes, habían firmado el “Pacto de la Moncloa”.
Había terminado la asamblea de distrito convocada para explicar a los estudiantes la dramática situación de los sectores en huelga sin visos de solución: El Frío Industrial, con 103 trabajadores despedidos, con un cierre patronal integral; el Tabaco con 4000 trabajadores en huelga desde el 14 de noviembre y sus empresas complementarias secundándolo. Se revelaban contra los salarios de miseria, al tiempo que luchaban contra el proceso de reestructuración impuesto por el monopolio español de Tabacalera, que pretendía introducirse en el accionariado de las empresas canarias y, también, todo el Trasporte, en huelga desde el 13 de octubre, contra el cacique del sector Leoncio Oramas, exigiendo servicios públicos dignos y bien remunerados; así como para la consecución de una empresa pública para el transporte interurbano en la isla y para garantizar el futuro laboral de todos los trabajadores del sector. Todos reclamaban solidaridad, por medio de sus líderes, desde la escalinata del hall de la universidad, respaldo para con ellos y sus familias, explicando como no les quedó otro remedio que convocar aquella dolorosa Huelga General. La Coordinadora de sectores en lucha, integrada por los Sindicatos CCT, ATT y D y FASOU, a la que se adhirieron otras organizaciones, como la Liga Comunista IV Internacional y el SOC… dio por finalizada la concurrida asamblea que discurrió sin incidentes. Reunión masiva de estudiantes y obreros sobre la que planeaba el fervor revolucionario.
Durante toda la mañana se habían prodigado los enfrentamientos entre la policía nacional con botes de humo y balas de goma, respondidos a pedrada limpia por los estudiante y obreros de los sindicatos en lucha. En el Campus de la Universidad se habían congregado, a lo largo de la mañana, obreros y estudiantes, que situaron en la calle Delgado Barreto una pequeña barricada y hostigaban con voces y pedradas a los miembros de la policía armada que se ubicaban cerca de la gasolinera al final de dicha calle. La policía armada contestaba, de vez en cuanto, con balas de goma y botes de humo. Algunos estudiantes situados en la azotea de la Universidad lanzaban piedras y algún que otro cóctel Molotov para evitar la toma del edificio principal. El momento de más tensión tuvo lugar cuando una de los muchos neumáticos de un alargado camión cisterna cargado de combustible quedó embarrancada a la altura de la Cruz de Piedra; las obras en aquella zona y la lluvia de la noche anterior provocaron que se empantanara en la misma entrada a la Ciudad de La Laguna, precisamente en la parte baja del Campus Universitario. El camión cisterna pudo abandonar sin otros contratiempos el lugar, incluso ayudado por algunos estudiantes y obreros en lucha que empujaron para desembarranca sus ruedas atrapadas en una mala maniobra del conductor.
El rector Doctor Bethencourt Massieu, indignado por la toma de la universidad por las fuerzas policiales, habló con el Gobernador Civil de UCD Luís Mardones Sevilla –ex falangista, jefe del SEU de Córdoba cuando estudiante de veterinaria y antiguo Director General de Ganadería- que, en aquel momento almorzaba, y le exigió que dejaran el recinto universitario las fuerzas policiales. Y así se hizo. Ante la calma obtenida cuando el mediodía avanzaba Javier Fernández Quesada abandonaba la Universidad por la escalinata principal, camino a casa, a su piso de estudiante en el número trece de la Calle Viana. Según le dijeron “ya los sociales y el destacamento policía nacional habían abandonado los aledaños del campus universitario”.
Pero cuando el Rector volvió a llamar al Gobernador Civil para comunicarle que entraban en la universidad guardias civiles armados, éste le respondió que “los efectivos de la Guardia Civil se encontraban para la vigilancia de las carreteras, ayudados por brigadas de la delegación provincial de Obras Públicas y evitar corte en la circulación”. Los hechos sin embargo fueron tercos y no respondían a la verdad las palabras del Mardones Sevilla, pues dos Lang Rover policiales hicieron acto de presencia. Irrumpieron bruscamente en el campus universitario. Penetraron por la parte alta del Colegio San Fernando desde la Avenida de Candelaria. Pertrechados, como si de una enconada batalla se tratara, unos números violentos, brutales, sin escrúpulos, como drogados, cargados de resentimiento, descendieron, antes incluso de que aparcaran definitivamente sus vehículos en los aledaños de aquel Colegio mayor. Vimos cinco o seis con sus tricornios al ristre que subían disparando fuego real por las escalinatas de la parte baja de la universidad, no dieron ningún tipo de aviso antes de apretar el gatillo y tampoco disparaban al cielo según la versión oficial. Apuntaban sus armas a la azotea del edificio, en la que todavía permanecían unos pocos estudiantes y obreros. También, enfilaban su armamento contra la fachada y puerta principal de la universidad por donde salían, ahora terminada la asamblea, algunos estudiantes. Enrabietados, también disparaban sus instrumentos de guerra contra las calles próximas, con tiros rasantes. A veces llevándose el arma al hombro, apuntando y otras con el defensa a la altura de la cintura y ello sin que fueran hostigados o provocados previamente; parecían disponer de órdenes precisa, de muy alta instancia, para dar un sonado escarmiento. Javier, mientras descendía la escalinata, oyó el chasquido de sus armas reglamentarias, el tableteo de sus ametralladoras. En un instante deseó que no fuera fuego real, después creyó que tiroteaban a la azotea de la Universidad para amedrentar. Se equivocó, como prueba irrefutable su cuerpo traspasado. Un proyectil apuntado en cacería rompió su joven pecho, robaba su joven existencia, la vida de un estudiante lagunero sin ningún tipo de razón o explicación.
El nerviosismo y preocupación agita a los pocos estudiantes y obreros de los sectores en lucha que aún permanecían dentro de la universidad. Creían terminada la acometida en aquel mediodía avanzado. Con la asamblea de distrito disuelta y cuando ya muchos habían abandonado temerosos el recinto. Al verlo sangrando postrado se indignan y gritan con rabia, chillan a los guardias civiles que hacen oídos sordos:
-¡Asesinos, verdugos, criminales, fascistas...!
Se preocupan por Javier que abatido en el suelo, herido de muerte, tiembla aterido de frío. Entre cuatro, a duras penas, le introducen dentro de la universidad sorteando la balacera y arriesgando sus propias vidas. Le dejan a unos metros de la puerta por la gravedad de la herida. Uno de los que le asiste en su dramático estado incluso le practica el boca a boca: aspira con fuerza, coge aire e infla el pecho de Javier. Ya el joven estudiante apenas siente sus desvelos nervioso, junto a un murmullo de consternación, los masajes cardiacos poco pueden con el certero disparo que ha roto su pecho. La suerte está echada y llegó la parca. Su final se aproxima, poco se puede hacer cuando el tiro fue disparado con tanta precisión e hizo diana en su corazón. Todo son voces y gritos de repulsa contra los tricornios llegados con la muerte en sus armas de fuego ¡Malditos picoletos¡ ¡fascistas! ¡Asesinos!. Un corrillo en su entorno se preocupa por reanimarle. Sigue temblando, aterido de frío y el joven que practicó el boca a boca le cubre con su pulóver de lana blanca que, sobrecogido, con el sonido grave y prolongado del último suspiro con que abandono la vida Javier. La hemorragia fue imposible de parar. Otro joven con barba, que dice estudiar medicina, certifica en tono trágico:
-Dejémoslo ya descansar. Por desgracia ya nada podemos hacer por él. Creo que está muerto, esos hijos de puta fascistas le han asesinado.
Un estudiante sale, jugándose la vida, con una bandera blanca suplicando ayuda y los guardias civiles sin ser hostigados siguen disparando a matar. Cuatro que ascienden en la parte baja la escalinata, mientras el quinto dispara a dar hacia la calle trasera de La Normal donde se ubica la Escuela de Magisterio. El estudiante para no ser alcanzado por el tiroteo que descarna la piedra de la entrada, tiene que parapetarse detrás de una columna donde continua batiendo la bandera. Oye los impactos de bala en su entorno. Otro, de los que ayudó a Javier, cargándose de valor sale con las manos en alto. Desciende la escalinata implorando ayuda, baja manteniendo las manos elevadas hacia los guardias a parlamentar. Detienen por un instante el tiroteo. Le arrestan y a culatazos le empujan y empotran contra un muro de piedra junto a otro detenido que maldice por lo bajo. Ni caso a sus ruegos. Sin avenirse a razones y suplicas persisten con su frenética balacera.
Quien ha practicado el boca a boca sale apresurado hasta lograr la puerta de da a la Calle de Heraclio Sánchez, corre exasperado a pedir ayuda y regar la desdichada noticia. Encuentra a la Ciudad, a su paso, desnuda, triste, de luto, bacía. Lleva ensangrentadas las manos con que practicó la respiración artificial y el masaje cardiaco al moribundo Javier Fernández Quesada y todo para nada. Javier había sido asesinado de un tiro certero y profesional. ¿Quién les ordeno matar? ¿Alguna vez nos permitirán conocer la verdad? Se pregunta un estudiante desolado.
Los guardias civiles son insultados desde la azotea de la Universidad y del Colegio Mayor de San Fernando en donde resulta herido de bala en el brazo el estudiante de 1º de farmacia, de apenas 18 años, Fernando Jaurarría. También recibe un tiro en el hombro el niño de 13 años Nicolás Lezcano Lorenzo. La noticia transita como un reguero de pólvora por La Laguna, ahora, desierta, desolada y entristecida.
Los Guardias Civiles embrutecidos continúan disparando sin control, son insultados y piropeados de “perros asesinos”, de verdugos de estudiantes y trabajadores. La tarde cae con plomo sobre la Ciudad y la noticia, que voló con el viento enrabietado de aquel día trágico y nublado, es el comentario en los círculos comprometidos de Aguere. Todos recuerdan dos muertes recientes, la del trabajador de la empresa de tabaco Philip Morris Antonio González Ramos, militante del PUCC (Partido de Unificación Comunista de Canarias). en extrañas circunstancias en las dependencias de la Comisaría, había sido detenido en su casa de La Laguna la noche del 30 al 31 de octubre de 1975 por agentes al mando de José Matutes Fernández. La inverosímil versión oficial de que el obrero asesinado se tiró del vehículo policial en marcha no es creíble y menos que lo hiciera desde un vehículo cerrado cuando les conducía al lugar donde guardaba una dinamita que nuca fue hallada, porque nunca existió. Había sido golpeado salvajemente en comisaría durante el interrogatorio y, según la autopsia, sufrió múltiples facturas, daños en los órganos vitales y derrames internos que le provocaron la muerte. Todos dicen conocer, sus compañeros juran, que murió de una descomunal paliza mientras era torturado en un interrogatorio. El comisario fascista Matutes especialista en atormentar con golpes de Kárate le hundió las costillas. Era su práctica habitual de martirio en los pestilentes bajos de la sede del Gobierno Civil en Santa Cruz de Tenerife, habitado por Mardones Sevilla como máxima autoridad civil en aquel momento. Pero llueve sobre mojado, también se recuerda la muerte a tiros de Bartolomé García en su propio domicilio, cuando fue ametrallada la puesta del piso donde vivía en el Bloque de Somosierra el 22 de septiembre de 1976. “ocultaba a El Rubio que mató al fascista Eufemiano Fuentes”, -según dijeron como excusa-; hasta la fecha no se ha hecho justicia y se ha ocultado a posta la verdad. ¿Sucederá lo mismo con el joven estudiante asesinado? ¿Tendrán la valentía suficiente los partidos políticos PSOE y PCE de luchar para que el caso no se tape, como los anteriores o hará la vista gorda alegando que es “el precio a pagar” porque venga la democracia y los dejen a ellos participar en la tarta del poder?
Juanito que coordinaba la huelga general con otros trabajadores y sindicalistas maldecía que se lo llevaba el diablo y gritaba con los puños cerrado “Franco aún no ha muerto” “sus hijos de puta continúan mandando y, estoy por pensar, que seguirán en sus elevados puestos oficiales pagados con dinero público”.
De improviso, a través de la emisora del Lang Rover de la Guardia Civil prenden el aire órdenes y contraórdenes crispadas y contradictorias. Sus encomiendas se oyen desde la escalinata y el Colegio Mayor de San Fernando, desde donde sus moradores siguen los acontecimientos, son testigos directos de su proceder en aquel sombrío, lúgubre y luctuoso lunes, 12 de diciembre de 1977. Los guardias civiles no entienden el entuerto: les mandaron a reprimir sin blandenguerías, las ordenes fueron claras y terminantes: personarse en la Universidad y dar un radical escarmiento. Sin embargo, ahora, le piden que se retiren, con carácter inmediato y lo hagan con el cuerpo del joven muerto. Los sociales y la policía armada se harán cargo de la sinrazón que le quema en sus manos. Sitiaron la ciudad inocente, la tomaron como bestias drogadas unos seiscientos efectivos, trescientos traídos de Las Palmas y otros trescientos que ya estaban en la isla. Y los que quedan por venir para terminar la desdichada faena para la desnuda e inconsolable Ciudad de Aguere.
Ahora, como sheriffes, ascienden la escalinata los guardias civiles y cogen a Javier Fernández Quesada asesinado y se lo llevan con mirada torva y armas fieras, descienden la escalinata y preparan argumentos para desvirtuar a verdad que les acusa. Creen que una mentira muchas veces repetida se transforma en verdad oficial cuando es avalada por medios de comunicación cobardes. Son las órdenes de retirarse del campus universitario recibidas desde la Junta de Defensa, de boca del propio Mardones y desde la propia capitanía general.
Cuando los guardias civiles se prestan a partir, se le acercan unos trabajadores con las manos repletas de cartuchos aún calientes y les preguntan indignados:
-¿Verdad que no estaban disparando fuego real?
Son reprendidos a culatazos, cacheados, empujados y maltratados. Se les pide la documentación, se les toma nota y uno de los números le arrebata los casquillos conminándoles a “marchar a casita” si no quieren ser detenidos. Quien les insulta lleva los ojos ensangrentados.
El parte facultativo emitido por el servicio médico del Hospital General y Clínico de Tenerife indica que “presenta herida de bala en el tórax, con orificio de entrada en la región paraesternal izquierda a nivel del cuarto espacio intercostal, y de salida por parte postero-lateral izquierda del mismo”. Según la autopsia le dispararon a corta distancia (había restos de pólvora en el esternón). El infortunado Javier Fernández Quesada entró cadáver y ya se instruyen diligencias sumariales, por el magistrado juez de Instrucción número dos de La Laguna, Don Antonio González y González. ¿Alguna vez se sabrá quién le mató? ¿Alguna vez conoceremos al autor intelectual del asesinato? Nos preguntamos todos. En el Departamento de Derecho Penal de la Universidad se preguntaban: << ¿será la jurisdicción ordinaria la que lleve la investigación o, por el contrario, se inhibiría hacía la jurisdicción militar? El catedrático fue categórico en la reunión informal del departamento: si lo toma la jurisdicción militar, como ha pasado desde que se cargaron la II República ocultara los hechos y cubrirá con un manto de silencio el flagrante asesinato>>.
Ya el Gobierno Civil tuvo cumplido conocimiento del tiro de muerte dado a un estudiante y también lo sabe el Capitán General de primera mano. La Junta de Seguridad creada para la Huelga General pide refuerzos a Martín Villa, Ministro del Interior. El PSOE de Madrid es informado, de primera mano. por el diputado en Cortes Luís Fajardo Spínola que desde el balcón de su casa observó en primera persona el asesinato. Las órdenes que recibe el Diputado son claras: que este acontecimiento no sea utilizado por las fuerzas independentistas. Los partidos PSP, PSOE y PCE, con sus sindicatos aláteres UGT y CC.OO., con su un mensaje hueros, hacen de esquiroles activos en las empresas y toman la prensa para condenar a los estudiantes y obreros en lucha. Es lastimoso oír sus declaraciones en tiempo tan dramáticos. Juanito dijo sin cortarse un pelo, en la reunión urgente que realizábamos en un piso alejado de los sociales y chivatos. En el piso franco en la Cuesta, Barriada de Princesa Iballa:
-“Son unos hijos de cura revisionistas, materia fusilable”.
El capitán General, lleva a su espalda la bandera roja y gualda del aguilucho negro: duro y contrario a cualquier cambio acuartela la tropa, da la orden de máxima alerta. No le gusta lo que acontece en su España “Una, Grande y Libre” que tras la muerte de Franco camina de mano de los comunistas y masones.
La Junta de Defensa realiza los preparativos con Mardones Sevilla a la cabeza para que la situación no se desmadre, llaman a rebato la prensa para que modere las críticas. Martín Villa ministro del Interior de Adolfo Suárez les espolea desde la Metrópolis. El Gobernador Civil y el Capitán General, personalmente, les advierten con severas sanciones para que no sean portavoces de terroristas e independentistas que desean sembrar el desorden y buscan la independencia de las islas. “Cuidadito con lo que se diga –advierten- que las fuerzas independentistas han convocado una Huelga General”, según dicen sus panfletos y esto lo recalca, huelga “revolucionaria”.

 

EXPOSICIÓN DE PINTURA DE MIGUEL ÁNGEL DÍAZ PALAREA EN EL HOTEL RURAL “MALDEAMORES” EN LA CARRETERA GENERAL Nº 98 DE LA ESPERANZA





ABRIENDO PUERTAS de MIGUEL ÁNGEL DÍAZ PALAREA
Por: Marisa Bajo Segura
Catedrática de dibujo en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Tenerife

Para acercarnos a la obra de Miguel Ángel Díaz Palarea, no se necesitan palabras. Su poética del color y de la forma, llega densa y precisa, precipitándose entre sonidos y registros que surgen intensos a nuestros ojos, colapsando y contaminando los lugares asignados a la figuración.
Entre espacios intencionales y lenguajes abiertos a lo posible, personajes extraños bañados de rojos, azules y amarillos…, manchados de luz…, desfilan mirándonos a los ojos, a veces asfixiando el espacio donde están ubicados y otras en continua apertura hacia lo inverosímil.
Ante una búsqueda constante de la abstracción figurativa, donde la jerarquía y relación de tamaños marcan la escala y el origen de la obra, las figuras disputan su espacio ocupándolo. Estamos ante el espacio cualitativo como prolongación ambigüa ante lo heterogéneo y el lugar donde las cualidades expresivas texturas/contrastes y claroscuro marcan su presencia ante espacios opacos/llenos/vacíos/agitados ó serenos.
El proceso creativo de Palarea, como proceso abierto de intervención que es, justifica los recorridos intencionales donde manchas/barridos/lo matérico/o lo táctil provocan al dibujo eliminando/quitando/poniendo/silenciando o deformando la imagen. La mirada penetra entre planos superpuestos/transparencias/o traslapos sobre superficies distorsionadas y fragmentos, como lugar asignado a cada uno de los personajes que toman parte en el juego. Por ello la desconstrucción espacial es consciente y una constante en su pensamiento visual.
Idea, proceso, identidad y transformación, hace que la obra se desarrolle bajo conceptos estéticos muy puntuales en todo el ámbito plástico donde se origina. El propio proceso creativo va a convertirse en elemento clave sin perder la directriz que lo conforma y, que íntimamente unido al pensamiento va a operar, ensayar y transformar toda la obra bajo su intensa mirada, imágenes donde la figuración va a tener principal peso y protagonismo –Mujer desnuda-, junto al lenguaje gráfico tremendamente gestual, que se entrega en cada uno de los dibujos y pinturas que conforman la exposición Abriendo Puertas.
La búsqueda de un sistema propio figurativo, le lleva a desarrollar pautas nuevas con plena significación en el arte contemporáneo. Ejemplo de ello, lo tenemos en las creativas Puertas del Paraíso, donde la lectura se presenta extraordinariamente dinámica, y donde se involucra toda la percepción cinética, táctil y visual de la que es capaz su autor. El valor del fragmento, la relación de tamaños establecida, los compartimentos formales llenos de color circundados con un fuerte trazo generado por la misma materia, configuran el carácter propio de la obra, en la que podemos como espectadores, seguir visualmente como fue gestada.
Las improntas y los elementos lineales, surgen intuitivamente entre esquematismos y texturas con un potencial estético amplio y ritmo continuo, en un retorno a la esquematización no figurativa en sus Pintaderas, donde la simbolización y la materia se valoran por sí mismas.
Dos caras de la misma moneda, ya que adquiere en el autor principal interés la abstracción como pura invención o al servicio de las formas representativas. La perdíz, Huevos fritos.
En toda su obra encontramos huellas de intensidades variadas que van a llenar toda la superficie, desde lo íntimo en la obra más pequeña, que nos obliga a asomarnos para leer sus trazados / roces/ incisiones… , ó a las de formato mayor más desbordada, donde las formas se acomodan más ampliamente. Las dos tienen la capacidad de que el espectador reaccione, ante su sutil o potente poder de seducción.
Opino que la esencia de su trabajo, se vertebra en la utilización de las propiedades plenas y expresivas del lenguaje donde se significan las ideas/emociones/sentimientos y en la construcción de un sistema de valores en un tiempo, un espacio y un lugar, el lugar de la representación hacia nuevos sentidos y significados con distintos tratamientos y técnicas.
Entre necesidad y deseo como reflejos distorsionados de espejos rotos recreando su historia, se entregan los personajes, en un eterno retorno al ciclo de la vida. Los gatos en el sofá y todos sus cuadros de gatos, La Menina, El unicornio montado en una pulga, La puerta del cocodrilo, La puerta del Paraíso…..
Por ello, la obra de Miguel A. no necesita palabras, tan solo acercarnos de puntillas y perturbar el silencio de las formas, colores y grafismos que la configuran.


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