domingo, 7 de diciembre de 2008

 

UN HUEVO PA QUINCE




Emulando, con venia, al genial Eugenio:
¿Saben aquel que diu, mis cuates?
Para ambientar mi menuda historia tengo que principiar:
“Aquellos descamisados”, los de mi pequeño relato, resistían una crisis igualita a la que sobreviven, hoy día, multitud de familias canarias. Insultantes diferencias sociales; escandalosas y vergonzantes fortunas de escasísimos privilegiados; ricachones incrustados con sus influencias y perras fáciles; chupópteros carentes de escrúpulos embutidos en billetes, con pelaje de señores a la antigua usanza, acaparando el negocio del cemento/política. El multimillonario que no esté empolvado de hormigón en nuestras paupérrimas islas me temo que no existe, o es una “rara Avis”. Les regalo un riñón si lo encuentran, pues tengo que guardarme el otro. Un millonario de hoy que no tenga algún político de la más variopinta ralea en su nómina carece de porvenir. Que conste que meto en el saco a todos los partidos con representación parlamentaria; todos, toditos, tienen una ovejita negra en la hoja de salarios de uno de estos desvergonzados; incluso la izquierda, por llamarlo algo, española. El que me lo niegue, que se dé una puñetera vuelta por ese Sur de Tenerife; ese sur que nos avergüenza y sus municipales, algunos de ellos nos sacan los colores. Que la frase “rico borrico” debe sustituirse por “rico padrino” con teléfono directo a edil de urbanismo con veleidades propias del vil metal. Me reconforta pensar que aún existen ediles de urbanismo honrados, algunos de ellos me consta que están sometidos a tentaciones que soportan con tozudez democrática.
Desde luego ¡mis cuates! a ellos no les tiran sus casonas con piscinas y canchas deportivas, saunas… Aquellos agazapados entre las fuerzas del desorden, ordenan desde la sobra derribar las muy humildes viviendas de los ciudadanos de Cho Vito. Miren mis cuates lo que les adelanto: cuando quiten nuestra ex vendida UNELCO, aquella zona otrora contaminada con sus humos, valdrá oro. Se trata de un diamante bruto; por eso me temo sus premuras y desmesurados métodos coercitivos nada más constatar que iban a trasladar la Central de luz.
¡Manda cojones! Y ahora se inventan para justificar tan desmedido derroche de material represivo unos “supuestos”, “presuntos” –pues estas palabras ni siquiera las han dicho para despistar- cócteles molotov. Pero dejémonos de rodeos demagógicos –dirán los progres de la izquierdona españolera - y entremos en el meollo del asunto:
“Era una familia, como las de Generalísimo Franco de los premios de natalidad y como la de las calles de Santa Cruz con su vial fascista” (120 nombres que nos avergüenzan). Me pregunto ¿no será qué no quieren ofender a sus enriquecidos herederos? Lo que está tan claro como el agua es que muchos de sus vástagos nos gobiernan; nos “mandan” muchos de los parientes de aquellos que “mandaron” matar, torturar y tirar al mar o meter en fosas comunes. Lo que jode, y no pido mucho, es que, al menos, se excusen. Ellos presumen entre amigotes que los curas les perdonaron los pecado. En sus iglesias, desde los púlpitos, predican que es suficiente con rogarlo a Dios. Y se jactan de seguir las enseñanzas de un tal Jesucristo que por protestón le clavaron en una cruz de madero y si no, que visiten al torturado Cristo de La Laguna.
Nos avergüenza el silencio cómplice de una iglesia muda ante las injusticias, que apoyó en el pasado –ahí está nuestra propia historia en Canarias- la tortura, la muerte y el olvido de los puteados por sus huestes bajo la sombra de su cruz.
¡Viva el negociete de las Teresitas!; pero me desvío de las historia y continúo ¡mis cuates!:
“El padre, la madre, el abuelo y su cuñado y el compadre en paro, y hasta su escuálido gato y escandaloso perro sato, no tenía para comer más que un huevo y 15 hijos que alimentar”. Piensen ¡mis cuates! que follar es gratis y la iglesia predica dar la bienvenida a los que manda el Todo Poderoso Creador. Es solo cuestión de tiempo: ahorita toca joderse que después, cuando nos muramos, -pues mueren ricos y pobres-, en el otro mundo –en el más allá- serán debidamente recompensados. Un tal Jesús predicó: “es más difícil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico lo haga en el reino de los cielos”. O algo parecido, quiero recordar ¡Hay que tener bemoles ¡
“La sufrida madre canaria se las ingeniaba para repartir tal esquelética manduca: hizo un sinónimo de caldo e hirvió con unas cebollas y tomates casi podridos. Los sacó de un contenedor de basuras que hedía como la verija de las viejonas de Miraflores y dispuso a la prole muerta de hambre en torno al humeante caldero. Después de romperse el cerebro para repartir, medianamente ponderado, tan desgraciado potaje; concluyó nuestra Candelarita que cada uno debería ir metiendo el dedo en el caldero y chupárselo. Dicho y hecho, en fraternal concordia uno tras otro, lo introducían, y después, con los ojos iluminados lo sacaban y lamían con glotonería. Pero de repente los chicos protestaron:
-Maaa, que Alesis metió er deo dos veces´.
Y Candelarita sin argumentos replicó:
-Peor pa é que se indigeste er muy glotón”.
Esta historia que sufrimos en Canarias en multitud de familias me vino a la cabeza al leer la noticia en la prensa local, en concreto, en el periódico “La Opinión”:
"Los constructores canarios –hermanitas de la caridad-, a través de sus patronales –angelitos del cielo-, por medio de sus patronales provinciales al frente de Antonio Placencia y de Jesús García Panasco en Las Palmas, anunció que el sector está dispuesto a financiar obras públicas –generosos los pollos- “cogestionar junto a las administraciones públicas el Fondo Estatal de Inversión local de 8.000 millones de euros aprobado por el Gobierno Estatal”
Me quedé patidifuso leyendo estas monsergas y oyendo, posteriormente, en la radio la retahíla pelotera de unos especímenes de prensa peligrosos para Canarias y su medio ambiente; perdí el resuello y comencé a parir este escrito al recordar a un Constructor –amasador de putos euros- que con sus cagadas, como los pájaros, no puede camuflar su fétido culo. Me vino al tolmo una historia, mil veces repetida en nuestra tierra, una penosa historia en el sindicato de CCT en Güímar. La recuerdo como si fuera hoy. Me la contaba con su propia boca y con lágrimas en los ojos un trabajador con una sola pierna, la otra extremidad se la tragó una machadora de esas de buscar cemento, amasar millones con nuestro medio ambiente y con sangre de trabajadores a los que obliga a extenuantes jornadas; de inmediato el desgraciado trabajador fue puesto en la puta calle por la susodicha Teresa de Calcuta. Gritó en la oficina:
¡Pa qué coño quiero un trabajador con una sola pata¡
Y ahora las hermanitas de la caridad cristiana, las que pusieron unas perrillas para reconstruir el Obispado y sacarse la foto con el embajador en el cielo, que a toos hay que ponerlos en nómina -por si se tercia- se quieren comer el potaje con el huevo incluido; son generosos los “creadores de riqueza” –según dijeron con su sudor-, claro con el sudor de otros y la riqueza, como no desean otra cosa, sólo suya; estos angelitos y no precisamente negros de Machín generosones lo hacen para que los pobres no se indigesten.
Quieren cogestionar, digo yo, mamar un poco mas de los fondos del gobierno pesoista a los municipios. Me temo que si les permiten meter er deo en el cardero no sólo se manducan el huevo, se beben el potaje; sino –más peó entodavía- echan a la calle a sus trabajadores fijos y meten a otros a cuatro perras pagadas por el dichoso Fondo de Inversiones Estatal. Les saldrá gratis, una vez más tirarán de sus políticos y ¡viva er negocio! –me hago cruces para equivocarme. Sin son capaces de enriquecerse en un día con una decisión política como en las Teresitas, pesoistas incluidos (…) ¿qué hay que esperar de estos pollos, y no precisamente de lucha canaria? Pollos, claro está, de la mamandurria.

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