sábado, 25 de abril de 2009
EN PIE HIJOS DE TANAUSÚ, PRÍNCIPE DE ACERÓ.
QUE NO CIERRE, CON BOQUITA DE CULO, LA ESCUELA DE ARTES APLICADAS Y OFICIOS ARTÍSTICOS DE LA PALMA. ¡HERMANOS PALMEROS!, AHORA LOS QUIERO VER CON LA LANZA EN LA MANO FRENTE A LA METRALLETA DE EUROS ESPAÑOLEROS; ¡POR FAVOR NO MIREN “PA” OTRO LADO LOS BENAHOARITAS¡
¿Para qué carajo quieren un “bocaculo” en el “Paraerlamento” canario? ¿Para qué un Cabezón en el Parlamento Español? Me pregunto indignado. Su nacionalismo de bocaculo sólo dispone de cabeza para hundir un sombrero de “magomierda” -en el peor de los sentidos- en la romería de turno, en el baile de los enanos y con perdón de los pequeños de tamaño; menudos sí, pero jamás de tolmo. Con el expolio que practicarán el próximo año, van de putas que pagan la cama al follador; practican de enanitos bobomierdas en el sainete de su política colonial. Esto no es un minué afrancesado, ¡compadre!; ésta es la cruda realidad. Que callen, enmudezcan, los convierte en cómplices. Lo penoso del tema me hunde en una depresión que me obliga a protestar e incluso rayar con estas palabras maleducadas el insulto. Yo un canarión rompo una lanza por la Isla de La Palma. Me temo que clavan a nuestros hermanos en aquella isla preciosa con un polvo sin vaselina. Y toitos callaitos, que la boca es eso, una boquita de culo; payasitos de los poderosos españoleros, que les cubre sus ojos. con el excremento de la incultura. No logran distinguir el despropósito arropado con la palabra “ahorroresponsable”; siempre hay que ahorrar perras con los pobres perros. ¡Benahoaritas! no ven que, para el próximo año, traman dejar en cueros a la emblemática Escuela de Arte Aplicadas y Oficios Artísticos en su Isla. La disculpa es de bobo de baba, parolas, parolas disculpas, excusas, pura y dura mentecatez: “que si no existen alumnos”, pocos, pero cultura compadre, compadre culturita que tanto nos hace falta; la cruda realidad: una facistada de Milagros Luis Brito ahorraperras en la enseñanza que falta a nuestro pueblo; me temo que ahorran duros para sus cuates del cemento y la prebenda; ahora que toca a la puerta la crisis; el vil metal solito para sus valedores de buche insaciable.
Ya lo sé, no nos engañemos ¡mis cuates!: si permiten que poco a poco cierren la Escuela de Artes Aplicadas y Oficio Artísticos en la Isla de La Palma, me temo que son sólo unos lameculillos, unos conversos hijos de cura, hijos de la putanga, del genocida del “Delugo” en la isla de Taburiente; sus valedores arropan sus culitos calientes en el gobiernillo del ladrillo; sólo “paeso” les ceden la moqueta y el silloncito calentito. No sean creídos, sólo por ello les permiten pisar sus moquetas.
Ladrillo, ladrillo, ladrillo y más puto cemento, me temo que sienta sus acomodadas posaderas de educaditos, de colegiocuras, de derechón corazón para que ganen votos y haga el mediocre paripé; creo que los palmeros deben tomar conciencia del despropósito de los autollamados nacionalistas meapilas; ¡despierten!, abran los ojos que humillan otra vez a Tanausú; para qué coño le nombran su consigueprebendas representante que despojan a los hijos de la egregia Caldera de Taburiente; afirmo que responden sólo a sus cuates y subvencionados amigotes en la Europa de los ricos. Pero ¡qué coño!, para qué mierda disponen, junto a nuestra Menina, de sus voces en la Corte cuando el despojo es en Canarias que les elige para que defiendan sus intereses, Las risotadas de El de Lugo suenan en su España con desparpajo si dejan en cueros a la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos en la Isla de La Palma.
No abren la boca sus elegidos y se están cargando la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de esa Isla Bonita: lo de “pocos alumnos” son pamplinas. En el fondo les hace falta las perras para un puerto de intereses malvados; que si no les llega los cuartos, lo cierto es que no les llega para la enseñanza, pues entonces quedaría poco para escanciar entre sus amigotes.
Ya es hora que los hijos de Tanausú protesten y que –eso pienso yo- hoy no es preciso suicidarse de hambre, es necesario echar por la borda del barco que les traslada a la esclavitud a tantos lameculillos españoleros de tres al cuarto.
Por eso a los hijos de Tanausú les dedico un cuento pidiendo perdón por lo deslenguado:
EL GALLO IRENEO GONZÁLEZ
El gallo Ireneo González, de plumas oro y jazmín, es el rey del gallinero, se pasea altivo por sus dominios con pose orgullosa y porte señorial: no hay congénere que se le compare en belleza y dignidad. Cuando el sol despunta en el mar, en el inmenso océano Atlántico, frente a la Refinería que contamina a la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, repite el mismo ritual: infla altivo los pulmones al viento, lanza un despertar glorioso y saluda al astro rey. En su vanidad se siente observado, admirado y de reojo contempla como las gallinas quedan prendadas, enamoradas de sus plumas oro y jazmín. Desde muy joven ha sabido ganarse el respeto. Su destreza, sus ganas de ser el mejor le elevaron al podium de los vencedores, para ello tuvo que emprender aguerridas disputas y riñas sangrientas. Ireneo descuella, con especial brillantez, en mantener a las gallinas, jóvenes o viejas, bien servidas. Su harén está satisfecho, siempre dispone de un momento para cumplir con su sagrado débito.
El creerse el mejor e insustituible le hizo dormirse en los laureles: una mañana de triste recuerdo, cuando una uña de sol hizo espejo en el mar, pudo oír el insolente canto de un gallo más joven que él. Le llamaban Bellarte y, en realidad, poseía un aspecto imponente con la cresta encendida y el plumacho plateado. Le enfrió el ánimo que algunas gallinas de su harén levantaran coquetas sus crestas y atendieran aleladas el cantar del competidor.
-De un afeminado se trata.
Chilla henchido de rabia Ireneo González y con esta bravata queda apaciguado. ¡Que desgracia!, a la siguiente mañana, Bellartes, más ufano que nunca, vuelve a despertar, a saludar el amanecer antes que Ireneo. Era demasiado para su vanidad y sin poderlo soportar, al grito ¡fuera afeminado!, emprende una riña sin cuartel. La contienda dura largo rato: Ireneo González, sangrando por todos lados, con un ojo sacado de cuajo y el cogote pelado como un guirre, es descabalgado a picotazos de su pedestal. Entre risas y burlas irónicas es desterrado a la esquina más pestilente del gallinero. Desde aquella mañana, al salir el sol, Bellartes, lo saluda con todas las fuerzas de sus pulmones, en su tono apocado, repite el ritual Ireneo. Se ha conformado con cantar en segundo lugar, pues a pesar de ello alguna gallina, despreciada por Bellartes, se le presta para su desahogo sexual.
Un desdichado día, cuando ya Bellartes había saludado al sol y mientras Ireneo, perezoso y segundón, se disponía a entonar su canto, algo terrible aconteció; otro gallo se atrevía a cantar antes que él. Era demasiado, incluso para la decaída moral de Ireneo que se lanzó contra el nuevo competidor enfrascándose en una sangrienta pelea, Bellartes desde el palo más alto, observa distante: aquella era una riña entre segundones y no iba con él.
El gallo Ireneo, falto de moral, seboso y desmoralizado, también sucumbió. Pronto el gallinero tuvo un segundo al que cariñosamente llamaron Efepe. Ireneo ahora no tiene valor para salir de la esquina, la más húmeda y llena de excremento a donde le han desterrado. Sólo la Vieja y reumática gallina Conforma le hace compañía y apacigua su derrota. Las lágrimas, a menudo, caen de sus ojos ahora mustios y resbalan enchumbándole el pico. La vieja Conforma le consuela diciéndole:
-Aquí tienes millo con que llenar el buche y el techo, aunque semiderruido, suficiente para protegerse del fuerte viento y la húmeda lluvia.
Ireneo González, sólo en algunas ocasiones entona el saludo al Sol, esperando paciente que lo hagan antes Bellartes y Efepe.
Una gallina de ojos amarillos y vivarachos entre en el gallinero. Su plumacho azul compite con el cielo y la dulzura de su caminar enamora perdidamente, como a un adolescente, a Ireneo González. Ha dejado de ser, fruto de la pasión, el gallo cabizbajo y deprimido de costumbre. Toda la noche se la ha pasado limpiando su plumacho antaño jazmín y oro. Muy de mañana, asciende hasta el palo superior y al despuntar el sol, engrifando sus plumas, entona un canto arrogante de saludo al amanecer.
¿Para qué carajo quieren un “bocaculo” en el “Paraerlamento” canario? ¿Para qué un Cabezón en el Parlamento Español? Me pregunto indignado. Su nacionalismo de bocaculo sólo dispone de cabeza para hundir un sombrero de “magomierda” -en el peor de los sentidos- en la romería de turno, en el baile de los enanos y con perdón de los pequeños de tamaño; menudos sí, pero jamás de tolmo. Con el expolio que practicarán el próximo año, van de putas que pagan la cama al follador; practican de enanitos bobomierdas en el sainete de su política colonial. Esto no es un minué afrancesado, ¡compadre!; ésta es la cruda realidad. Que callen, enmudezcan, los convierte en cómplices. Lo penoso del tema me hunde en una depresión que me obliga a protestar e incluso rayar con estas palabras maleducadas el insulto. Yo un canarión rompo una lanza por la Isla de La Palma. Me temo que clavan a nuestros hermanos en aquella isla preciosa con un polvo sin vaselina. Y toitos callaitos, que la boca es eso, una boquita de culo; payasitos de los poderosos españoleros, que les cubre sus ojos. con el excremento de la incultura. No logran distinguir el despropósito arropado con la palabra “ahorroresponsable”; siempre hay que ahorrar perras con los pobres perros. ¡Benahoaritas! no ven que, para el próximo año, traman dejar en cueros a la emblemática Escuela de Arte Aplicadas y Oficios Artísticos en su Isla. La disculpa es de bobo de baba, parolas, parolas disculpas, excusas, pura y dura mentecatez: “que si no existen alumnos”, pocos, pero cultura compadre, compadre culturita que tanto nos hace falta; la cruda realidad: una facistada de Milagros Luis Brito ahorraperras en la enseñanza que falta a nuestro pueblo; me temo que ahorran duros para sus cuates del cemento y la prebenda; ahora que toca a la puerta la crisis; el vil metal solito para sus valedores de buche insaciable.
Ya lo sé, no nos engañemos ¡mis cuates!: si permiten que poco a poco cierren la Escuela de Artes Aplicadas y Oficio Artísticos en la Isla de La Palma, me temo que son sólo unos lameculillos, unos conversos hijos de cura, hijos de la putanga, del genocida del “Delugo” en la isla de Taburiente; sus valedores arropan sus culitos calientes en el gobiernillo del ladrillo; sólo “paeso” les ceden la moqueta y el silloncito calentito. No sean creídos, sólo por ello les permiten pisar sus moquetas.
Ladrillo, ladrillo, ladrillo y más puto cemento, me temo que sienta sus acomodadas posaderas de educaditos, de colegiocuras, de derechón corazón para que ganen votos y haga el mediocre paripé; creo que los palmeros deben tomar conciencia del despropósito de los autollamados nacionalistas meapilas; ¡despierten!, abran los ojos que humillan otra vez a Tanausú; para qué coño le nombran su consigueprebendas representante que despojan a los hijos de la egregia Caldera de Taburiente; afirmo que responden sólo a sus cuates y subvencionados amigotes en la Europa de los ricos. Pero ¡qué coño!, para qué mierda disponen, junto a nuestra Menina, de sus voces en la Corte cuando el despojo es en Canarias que les elige para que defiendan sus intereses, Las risotadas de El de Lugo suenan en su España con desparpajo si dejan en cueros a la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos en la Isla de La Palma.
No abren la boca sus elegidos y se están cargando la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de esa Isla Bonita: lo de “pocos alumnos” son pamplinas. En el fondo les hace falta las perras para un puerto de intereses malvados; que si no les llega los cuartos, lo cierto es que no les llega para la enseñanza, pues entonces quedaría poco para escanciar entre sus amigotes.
Ya es hora que los hijos de Tanausú protesten y que –eso pienso yo- hoy no es preciso suicidarse de hambre, es necesario echar por la borda del barco que les traslada a la esclavitud a tantos lameculillos españoleros de tres al cuarto.
Por eso a los hijos de Tanausú les dedico un cuento pidiendo perdón por lo deslenguado:
EL GALLO IRENEO GONZÁLEZ
El gallo Ireneo González, de plumas oro y jazmín, es el rey del gallinero, se pasea altivo por sus dominios con pose orgullosa y porte señorial: no hay congénere que se le compare en belleza y dignidad. Cuando el sol despunta en el mar, en el inmenso océano Atlántico, frente a la Refinería que contamina a la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, repite el mismo ritual: infla altivo los pulmones al viento, lanza un despertar glorioso y saluda al astro rey. En su vanidad se siente observado, admirado y de reojo contempla como las gallinas quedan prendadas, enamoradas de sus plumas oro y jazmín. Desde muy joven ha sabido ganarse el respeto. Su destreza, sus ganas de ser el mejor le elevaron al podium de los vencedores, para ello tuvo que emprender aguerridas disputas y riñas sangrientas. Ireneo descuella, con especial brillantez, en mantener a las gallinas, jóvenes o viejas, bien servidas. Su harén está satisfecho, siempre dispone de un momento para cumplir con su sagrado débito.
El creerse el mejor e insustituible le hizo dormirse en los laureles: una mañana de triste recuerdo, cuando una uña de sol hizo espejo en el mar, pudo oír el insolente canto de un gallo más joven que él. Le llamaban Bellarte y, en realidad, poseía un aspecto imponente con la cresta encendida y el plumacho plateado. Le enfrió el ánimo que algunas gallinas de su harén levantaran coquetas sus crestas y atendieran aleladas el cantar del competidor.
-De un afeminado se trata.
Chilla henchido de rabia Ireneo González y con esta bravata queda apaciguado. ¡Que desgracia!, a la siguiente mañana, Bellartes, más ufano que nunca, vuelve a despertar, a saludar el amanecer antes que Ireneo. Era demasiado para su vanidad y sin poderlo soportar, al grito ¡fuera afeminado!, emprende una riña sin cuartel. La contienda dura largo rato: Ireneo González, sangrando por todos lados, con un ojo sacado de cuajo y el cogote pelado como un guirre, es descabalgado a picotazos de su pedestal. Entre risas y burlas irónicas es desterrado a la esquina más pestilente del gallinero. Desde aquella mañana, al salir el sol, Bellartes, lo saluda con todas las fuerzas de sus pulmones, en su tono apocado, repite el ritual Ireneo. Se ha conformado con cantar en segundo lugar, pues a pesar de ello alguna gallina, despreciada por Bellartes, se le presta para su desahogo sexual.
Un desdichado día, cuando ya Bellartes había saludado al sol y mientras Ireneo, perezoso y segundón, se disponía a entonar su canto, algo terrible aconteció; otro gallo se atrevía a cantar antes que él. Era demasiado, incluso para la decaída moral de Ireneo que se lanzó contra el nuevo competidor enfrascándose en una sangrienta pelea, Bellartes desde el palo más alto, observa distante: aquella era una riña entre segundones y no iba con él.
El gallo Ireneo, falto de moral, seboso y desmoralizado, también sucumbió. Pronto el gallinero tuvo un segundo al que cariñosamente llamaron Efepe. Ireneo ahora no tiene valor para salir de la esquina, la más húmeda y llena de excremento a donde le han desterrado. Sólo la Vieja y reumática gallina Conforma le hace compañía y apacigua su derrota. Las lágrimas, a menudo, caen de sus ojos ahora mustios y resbalan enchumbándole el pico. La vieja Conforma le consuela diciéndole:
-Aquí tienes millo con que llenar el buche y el techo, aunque semiderruido, suficiente para protegerse del fuerte viento y la húmeda lluvia.
Ireneo González, sólo en algunas ocasiones entona el saludo al Sol, esperando paciente que lo hagan antes Bellartes y Efepe.
Una gallina de ojos amarillos y vivarachos entre en el gallinero. Su plumacho azul compite con el cielo y la dulzura de su caminar enamora perdidamente, como a un adolescente, a Ireneo González. Ha dejado de ser, fruto de la pasión, el gallo cabizbajo y deprimido de costumbre. Toda la noche se la ha pasado limpiando su plumacho antaño jazmín y oro. Muy de mañana, asciende hasta el palo superior y al despuntar el sol, engrifando sus plumas, entona un canto arrogante de saludo al amanecer.
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