domingo, 21 de septiembre de 2008

 

EL ASESINO Y TORTURADOR GENERALÍSIMO FRANCO, EN EL SIGLO XXI, SIGUE SIENDO “HIJO PREDILECTO” DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.


¿Cómo es posible que sigamos llamando demócratas a quienes permiten que el sanguinario dictador Generalísimo Franco siga siendo “hijo predilecto” de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife?
Me quedé patidifuso cuando Daniel Millet denunciaba en el periódico “La Opinión” esta insultante noticia. Me sorprende que el resto de concejales que cobran del erario público no lo supieran y permanecieran impasibles ante semejante atropello.
Me avergüenza vivir en esta isla cuando el ayuntamiento capital de provincia mantiene una canallada de semejante envergadura; ¿Cómo es posible que la querida ciudad de Santa Cruz de Tenerife mire a otro lado? ¿Quién le ha sorbido el seso al otrora aguerrido pueblo nivario? ¿Qué olvidos escuecen en el valiente pueblo canario que el 25 de julio de 1797 hizo morder el polvo al insigne, por la época, contralmirante Nelson? Me avergüenza que aquel pequeño pueblo marinero que plantó cara al “invasor” permita semejante cobardía; me angustia que sus legítimos herederos no comprendan la gravedad del insulto a los cientos de miles de torturados y muertos por aquel general fascistas y sus cuates. Me apesadumbra el alma la indiferencia que los legatarios de aquellos niños, niñas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos que portando horquetas, palos afilados, hachas, podonas y sus propias manos desnudas con un buen tenique agarrado, lucharon sin desmayo hasta volverlos al mar.
¿Qué pendencias nos hacen olvidar lo esencial? Mucho carnaval, mucho gusano y gusana traídos, con dinero del pueblo, para comernos el coco y poquita memoria histórica. Saquemos del olvido a los que legítimamente lucharon por la República
Quiero creer, y eso me consuela, que son los herederos de los militares españoles, como Juan Ruiz Ruiz, del Real Cuerpo de Artillería, que cobardes huyeron despavoridos ante la llegada de la flota del inglés; como nos cuenta el insigne historiador canario Don Antonio Rumeu de Armas. Aquellos militarotes, puestos por los conquistadores como hoy, estaban para dar órdenes, no para perder la vida defendiendo una “colonia de mierda” perdida en África.
Espero ahora, que por vergüenza torera, por los cuernos al pueblo, no nos vendrán con la milonga de que cuesta muchos euros cambiar el nombre de las calles; que no se pueden gastar un duro en borrar del mapa a los militares fascistas que tantas tropelías cometieron contra el pueblo. Tomen ejemplo del pueblo de la Orotava que tarde, pero más vale tarde que nunca, ha borrado de sus calles los apestosos nombres de aquellos asesinos golpistas.
Tomen ejemplo mis cuates, una imagen vale más que mil palabras.







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