domingo, 20 de julio de 2008
PROGRES DE TODA LA VIDA
¿Nos dejará el español en manos del déspota marroquí, ahora que se ha encontrado petróleo?
Hay dos tipos de especimenes: uno, el que se tira al cogote de cualquier ciudadano del universo de los oprimidos, libres y comprometidos de verdad con su pueblo aunque sea chinijo, pequeñito y abducido por la propaganda oficial de cinco, para seis siglos de mentiras y alejado de la metrópolis, la “Gran España”, la de los Reyes Católicos, la de Felipe II, ahora de los pesoistas, supuestamente de izquierda; y otro, los que apoyan al déspota, sátrapa, monarca marroquí, aunque se autocalifique de progresista de izquierda.
Lo digo, con responsabilidad. Sé lo impopular entre la plebe oficial de la anterior manifestación; y soy consciente también de que abro mi boca con temor ante tan contundente manifestación. Tienen a su ejército a pocos kilómetros de nuestro pueblo, (…). No me fío de ellos. Tampoco confío en nuestros presuntos defensores: son los exterminadores, los mayores ladrones de América “Hispanoamérica”, a la que sablearon sin remordimiento. Canarias, tampoco se libró de sus tropelías.
¿Por qué habría de fiarme de ellos?, son sus hijos, sus neocón presuntamente progresistas en África. Cierran los ojos ante un Sáhara, robado, colonizado por la dejadez interesada de la potencia colonial: España y sus “cuates”
Los fascistas oficiales; a esos los descalifica su discurso sin florituras. Sin embargo, eso es lo doloroso, también sacarán sus navajas los presuntos “progres de izquierda”.
Dios nos libre de un progre que diga defender a su pueblo. Dirán los facinerosos oficiales, con la boca ensalivada, que trajeron la cultura y el progreso; preguntarán con los ojos encendidos: ¿de qué coño se quejan estos ignorantes?; mantendrán los de la España donde “no se ponía el sol”, “es que sois unos palurdos que no conocéis mundo”; escupirán los amantes de los que colonizaron a sangre y fuego, sin respeto de culturas, tantas palabras políticamente correctas, dignas de la aristocracia cuando fue apeada de sus privilegios. Manifestarán, las castas avanzadas, que se colonizó porque el mundo está en expansión; pero callarán que “su” cultura y poder la condujeron con más saña y rapiña que con la intención cristiana de mejorar sus vidas, de conducirlos a su Dios cristiano.
No deseo olvidar que en la denostada “leyenda negra”, su “España”, no es menos oscura que la de otras potencias colonialistas; se asemeja a otros países sin escrúpulos expansionistas. Su España fue y es tan cabrona como otras potencias que han esquilmado y han puteado a otros pueblos libres. Es una milonga pensar que acudieron a sentarlos en los faldones de su Dios todo poderoso, misericordioso; que fueron a encaminarlos a su Jesús de Judea que proclamó, si es que existió, la igualdad entre todos los hombre y el respeto a cualquier ser vivo.
Me temo lo peor, con leer su literatura es suficiente. En su ideario hay que anteponer el picudo rojo y gualda a sus “insignificantes” cuates en el universo, preferir sus intereses a los de nuestras queridas Islas Canarias. Opino –ya se encargarán de ponerme a parir por demagogo- que aunque no sean las más bonitas, las preciosas, son nuestras islas y por ellas estamos dispuestos a luchar por métodos pacíficos y democráticos. Esto último lo expreso con orgullo, con la vanidad de los pobres desgraciados, pues estoy, como el resto del pueblo canario, dispuesto a luchar. Un “ignorante y patético” independentista al que tanta inquina en contra no cerrará su boca. Con el viento en contra se ve mejor el monte.
¿De qué coño vamos a viví? La España del toro del “chiquilicuatre”, la que colonizó África para que el infiel saliera del infierno. España, como otras potencias coloniales les trajo su Dios de paz e igualdad. Era el civilizado, el de cirios y “perdonapecados” en sus confesionarios, el que les robaba mientras cantaban sus Tedeum.
Pero, ¡mis cuates!, bajo sus espadas ensangrentadas no vinieron a regalar su cultura, en muchos aspectos avanzada. La historia está donde está. No olviden, ¡mis cuates! –esta palabra que tanto les jode- que “su” España robó, fornicó con el descaro del invasor, del que dispone de las armas, de los adelantos que sustentaron su colonización. Aún no ha pedido perdón.
Aunque parezca un iluminado, nos colonizó a favor del bolsillo de “algunos”, como sucede hoy, pero ¡abramos los ojos!; ¿nos dejará el español en manos del déspota marroquí, ahora que se ha encontrado petróleo? ¡Mis cuates!, -me gustaría equivocarme- por desgracia, me temo lo peor, nos dejará a merced de los cascos del caballo marroquí.
Los “progres” están virados; se nos lanzan a la yugular. No es nuevo, también, sucedió en Argelia, en Marruecos y otros países colonizados con la izquierda metropolitana; la izquierda oficial, la de los progres que nunca pierden en “sus” colonias. Estarán a resultas de nuestra lucha, pero por lo pronto duermen con lo políticamente correcto, la complicidad que mira a otro lado, la que descalifica a la izquierda nacionalista canaria, la que nos mezcla con la corrupción, la que sabe perfectamente que cuando comience la represión seremos los cabezas de turco. Por ello, por todos “los cuates del mundo”, aquellos que nos desprecian y mezclan consignas del ideario del colonialismo más peligroso, hemos de unirnos. Juntos, hombro con hombro contra los aderezados por la simpatía españolista; la peor, la más corrosiva, la de que tantos muertos causó en nuestras queridas islas cuando la colonización y aquella que tanto daño hizo en América. Son “intelectuales” comprometidos, de izquierdas, con olor a colonia oficial, pero se les huele el tufo del picudo rojo y gualda. ¡Por dios! No hablo de los neocón oficiales, pero sí me dirijo a ciudadanos que quieran a su tierra y deseen que no continúe su opresión; ni de españoles, ni de corruptos. Mira que hay tantos sinvergüenzas que se llaman nacionalistas y nos dejan bajo las pezuñas de sus caballos.
No quiero profundizar en el ignorante patológico que no escribe más que simplezas al gusto de sus “cuates”; pero no puedo olvidar al “Progre bonito”, al izquierdón, al de lo “políticamente chachi”, políticamente correcto, al guaperas de izquierdas que nunca se compromete con nada en su barrio, en su casa y menos aún en su pueblo; la historia de su lucha se pierde en causas lejanas, entre más alejadas, “mejó”, en el sumidero de su falta de compromiso. Vociferan “Soy progre por los santos cojones del toro negro”, “de izquierda de toda la vida. Tienen pinta de darte lecciones de cómo cambiar este jodido mundo, pero el mundo lejano, para no comprometerse, para que no les salpique su lucha. Es un compromiso progre, pero enemigo de su pueblo.
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